"Este "Otello" es la imagen de la economía actual de la ópera", dice el maestro indio con ese ímpetu emocional que le caracteriza cuando habla. "Es una gran ópera, como "Aida" o "Don Carlo"; un espectáculo para grandes producciones, grandes escenografías y decorados, pero nosotros sólo hemos utilizado un único decorado y Livermore ha conseguido unirlo todo en él. Aún así, tiene un nivel mundial y los espectadores lo han entendido. Es la combinación de un espectáculo global. Todo funciona bien", añade para explicar los resultados.

Mehta se refiere con esta reflexión a la situación económica que vive Les Arts -casi tres partes de su economía se van en gastos de personal y mantenimiento- o en otros teatros del mundo, cuyos presupuestos se han reducido de forma drástica.

"El año pasado hicimos tres óperas, este año una. Los conciertos, recortados. No he temido por el Festival -un sector de la Administración autonómica llegó a plantear su desaparición-. No por mí, sino porque un festival como el de Valencia no existe en Madrid ni en Barcelona. No existe en el ámbito del Mediterráneo. El nuestro es ahora un festival pequeñito, pero si las autoridades no lo quieren, pues bien", concluye con un gesto.

Suena el teléfono. Lo atiende rápidamente. Y después comenta. "Estaba hablando sobre mi agenda de 2016. Vamos a montar "Fidelio" en la Ópera de Viena. La gente se organiza, planea y en este momento no tenemos plan aquí para 2014. Eso no me gusta. Yo sólo tengo fechas en mayo y junio para Valencia y este año en otoño.

Las había reservado ya. Ahora no puedo cambiarlas. Haremos otras cosas. Se ha de trabajar con miras a largo plazo. De momento, no sé nada del próximo año. Eso es un error. El presidente Fabra me ha prometido que el presupuesto del año que viene será igual y que en 2015 espera que aumente. Es una buena noticia. Pero no se trata de dinero sino de calidad y si no hay calidad, a mí no me interesa".
La vinculación de Mehta con Les Arts está presente desde los cimientos del propio edificio. Cree que la única solución para salir del atolladero es con la redacción de leyes que incentiven al sector privado. Normas en torno al mecenazgo que no existen en España.

"La forma de salir de esta es que las grandes compañías tengan exenciones fiscales si invierten en cultura, como sucede en Estados Unidos. Falta apoyo del Estado porque ni invierte ni deja invertir, y la cultura es una forma de devolverle a la sociedad lo que aporta a sus gobiernos. Esa es la labor del Estado", subraya.

Mehta está incómodo. Lleva las riendas. El momento actual mundial no le gusta. Lo reconoce sin ambages con un gesto de reprobación, mientras contesta en tres idiomas que entremezcla cuando se pone algo alterado. No sólo le duele haber tenido que dejar este año de lado en su festival Carmina Burana, con la Fura del Baus y que estrenó en enero en Florencia o Los Maestros Cantores de Nuremberg, sino comprobar también como en Estados Unidos las "pequeñas orquestas", como el dice refiriéndose a las de Detroit o Illinois, han tenido que dedicarse a grabar bandas sonoras para poder aguantar el tirón.

Y sobre Italia recuerda que ni Florencia, aunque su alcalde Matteo Renzi, al que sitúa en un futuro como primer ministro, ama el teatro se salvará. Sólo la Scala, gracias a su patronato en el que se encuentra el sector público con el privado, pueden mantener la cabeza alta. "Vivimos un momento catastrófico para la ópera y la música porque las orquestas están en la base de la botella de las inversiones", matiza.

Y revolviéndose sale en defensa de la Intendente de Les Arts, Helga Schmidt. "Durante días he estado leyendo titulares de prensa contra ella, pero no he leído un titular que diga que trae y quiere lo mejor para aquí. ¿Por qué?", se pregunta.

J. R. Seguí
valencia
Nota extraída de Levante - El Mercantil de Valencia