La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires obtuvo dos Premios Konex de Platino como la mejor orquesta argentina de las últimas dos décadas, en 1999 y en 2009. En abril de este año recibió la distinción “Mejor Orquesta Sinfónica Argentina” de 2012, otorgada por la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina.

Desde 2007, el maestro mexicano Enrique Arturo Diemecke es director musical de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Como director artístico este año realiza su segunda temporada al frente de la Filarmónica de Bogotá, la duodécima con la Sinfónica de Long Beach (California) y la vigesimocuarta con la Sinfónica de Flint (Michigan). Dirige con frecuencia orquestas de todo el mundo. La Sociedad Mahler le otorgó una medalla por sus versiones de las sinfonías completas y fue galardonado con el Grand Prix de l'Académie du Disque Lyrique en varias ocasiones.

Claudio Barile desarrolla una intensa actividad como solista e intérprete de música de cámara en Sudamérica, Europa y Estados Unidos. Desde 1984 es flauta solista principal de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Como solista invitado actuó junto a la Camerata Bariloche en varios escenarios del mundo. Es miembro fundador de “Quadro Barroco”, del Quinteto Filarmónico de Buenos Aires y del Ensamble Instrumental de Buenos Aires. Obtuvo numerosos premios, entre ellos el Konex de Platino (2009) y el Premio Carlos Gardel al “Mejor Álbum de Música Clásica” 2012. Realizó recitales en las convenciones internacionales de flauta de Weggis (Suiza), Charlotte y Nueva Orleans (EE.UU.).

Luego del estreno de su ópera Il sogno de Alma (1914, Teatro Colón) Carlos López Buchardo comenzó a nutrirse del sentimiento, carácter y esencia del folclore criollo, pero desarrollándolo de acuerdo a su propio estilo. El primer fruto de esta evolución fue el poema sinfónico Escenasargentinas, que estrenó Félix Weingartner en 1920 en el Teatro Coliseo. Sus tres números, “Campera” -ya estrenada en 1919-, “Día de fiesta” y “El arroyo”, revelan una orquestación brillante enriquecida por un juego de sonoridades que muestran el arte y oficio del compositor.

Entusiasmado por la calidad del Quinteto de Vientos de Copenhague, Carl Nielsen compuso en 1922 una obra para el conjunto y prometió escribir conciertos para cada uno de sus instrumentistas. Comenzó por el Concierto para flauta, para Holger Gilbert-Jespersen (1890-1975), con la idea de que se estrenara en París en 1926 en un concierto dedicado a cuatro obras suyas. En el estreno tuvo una buena aceptación por su diversidad de atmósferas emotivas, dentro de un estilo neoclásico. Por un deterioro en su salud sólo pudo realizar otro concierto más, el de clarinete.

De las nueve sinfonías que compuso Antonin Dvorák, en la que mejor plasmó el espíritu de su Bohemia natal es en la Sinfonía Nº 8. La escribió con gran rapidez entre agosto y noviembre de 1889 en su casa veraniega de Vysoká, cerca de la ciudad de Příbram en la bella región central. Aún cuando la obra tiene las características clásicas de una sinfonía, en ella abundan lassimetrías y sutilezas estructurales que se revelan al familiarizarse con sus melodías y ritmos de raíces checas.