La sinfonía n.° 25 (K 183) en Sol menor, de tintes patéticos, en la misma tonalidad de la sinfonía n.° 40, y la n.° 29, que, a pesar de las preferencias que puedan sentirse por la primera, es más perfecta aún si cabe.

A finales de 1774 se abre un corto paréntesis, porque el elector de Baviera Maximiliano III encarga a Mozart la composición de una ópera bufa, La finta giardinera, para cuyo estreno deberá desplazarse a Munich. Esta segunda «fingida», bastante superior a la primera, está llena de situaciones y sentimientos musicales magníficos puestos en contraste, es decir, de verdadera música dramática.

En los dos años que siguen no hay más que música, y ninguna peripecia vital; no es que no ocurra nada, es que no sabemos nada, porque estando toda la familia reunida se interrumpe la actividad epistolar. Tenemos sobre todo un conjunto de obras hechas para cumplir una función social más o menos pública, más o menos íntima; música para los fastos de la vida académica de Salzburgo, para celebraciones familiares. Son las casaciones, las serenatas y los divertimentos, las primeras de un periodo anterior, escritos ajustándose al carácter de cada situación e incluso de cada lugar, salón, jardín o patio, proporcionando el mundo sonoro a esos ámbitos.

Las serenatas para orquesta se relacionan con la sinfonía y con el concierto de violín; son en realidad sinfonías que incorporan tres tiempos con violín solista. El divertimento, en cambio, es música de cámara, un cuarteto de cuerda reforzado con instrumentos de viento, el auténtico antecedente del cuarteto, haciendo desaparecer uno o los dos minuetes y los instrumentos de viento.

Lo que iguala a todas estas obras es su grado de perfección, su altura, que se eleva muy por encima de lo que cualquiera hubiese podido imaginar para las circunstancias que dieron lugar a su creación. Mozart transfigura el mundo que le rodea con esta música, lo inunda de luz. Con tan sólo algún fragmento de estas partituras a muchos aficionados se les reveló la música, por eso no nos atreveríamos a hacer ningún reproche a quien se colmara con ellas y no necesitara seguir adelante. Destacamos la serenata K 203, la serenata «Haffner» (K 250) y la que lleva el sobrenombre de «Postillón» (K 320). Todas están en Re mayor y tienen un gran empaque sinfónico dentro de su carácter festivo.
De esta época son también los conciertos de violín, emparentados como hemos dicho con las serenatas, y los primeros conciertos para piano, de los que sobresale el n.° 9 en Mi bemol mayor (K 271) que alcanza en madurez e inspiración a los que hará en Viena.
En Il Re Pastore, «Serenata en dos actos» que le encarga el arzobispo Colloredo para celebrar la visita a su corte del hijo menor de la emperatriz María Teresa, consigue, una vez más en contra de un libreto, iluminar la escena con arias como «L'ameró, saró costante» y una brillante y original orquestación.

Utilice esta guía para recorrer la vida de Mozart de manera cronológica.
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Bibliografía: Mozart de Rafael Pérez Sierra