Ningún destino queda acá nomás, pero todos son lugares fascinantes. Porque el jazz se mueve en esa contradictoria intersección de ser tan nocturno y cabaretero como funcional al fresco aire de un parque, al cielo soleado. Y al menos en la segunda mitad de 2016, los destinos que convocan están en el hemisferio norte.

Montreal, una cita en mayúsculas

La 37° edición del Festival Internacional de Jazz de Montreal es una excelente razón para haber puesto los pies en Canadá entre el 29 de junio y el 9 de julio.

Hay razones de sobra para decidirse a un viaje como este. Montreal, para empezar, es la segunda ciudad más poblada del país, la mayor urbe de la provincia de Quebec y, con una historia que se remonta a mediados del siglo XVII, representa uno de los conglomerados urbanos más antiguos de Canadá.

Este espesor informativo explica de alguna manera que sea, además, un epicentro cultural de Norteamérica en general.

Además de la joven estadounidense Melody Gardot y el vocalista Gregory Porter, si hubiera que elegir un par de solistas para disfrutar y darle verdadero énfasis a la experiencia, suenan imperdibles los espectáculo de la mexicana Lila Downs, que tocará temas de su disco Balas y chocolate, y la presentación de la encantadora Lauryn Hill. Ya se oye al público suplicando su versión de Killing me softly.

Además, habría que agendar las presentaciones del conjunto Total Madness (con Jean-Michel Pilc, François Moutin, Ari Hoenig, Joel Frahm, Jacques Schwarz-Bart) y de la virtuosa Jazz at Lincoln Center Orchestra, liderada por el genial trompetista Winton Marsalis.

Como parte de una gira anual que hace para festejar sus 75 años, el legendario pianista Chick Corea tocará en el formato de trío junto a Christian McBride en el bajo, y Brian Blade, en la batería.

Otro imperdible (también para celebrar un 75°) ocurrirá cuando se reúnan los músicos Robert Glasper, Lionel Loueke, Ambrose Akinmusire, Marcus Strickland, Derrick Hodge, Kendrick Scott. ¿La razón? El aniversario del sello Blue Note, garantía discográfica de buen jazz.

Flores y sonidos en París

El fuerte de esta cita son las coordenadas. Primero hay que poner el cuerpo en París, capital de Francia. Después llegar al Distrito XII. Luego, inhalar el aire fresco de las casi mil hectáreas que hacen al bosque de Vincennes. Y una vez allí, caminar hacia el precioso sector (el corazón del bosque) conocido como Parc Floral de Paris.

Pero no en cualquier momento del año: algún sábado o domingo entre el 11 de junio y el 31 de julio, cuando se despliegue un nuevo Paris Jazz Festival, ícono ligado cien por ciento a este parque floral, su lugar de despliegue desde 1994.
Más allá de su festival de Jazz, París en verano es un gran plan (Getty Images).

El encuentro, si bien tiene una agenda chica en cantidad de recitales, está a la altura del cosmopolitismo parisino, con propuestas de blues, soul, rhythm & blues y afro-americana.

La agenda se divide en tres secciones, una para cada fin de semana: de la propuesta “Paris-Brussels” se destacan los recitales de Le Brussels Jazz Orchestra (con David Linx), el trío de Iván Paduart y la presentación de la banda belga Aka Moon.
A picture taken on April 28, 2015 shows the Eiffel Tower in Paris. AFP PHOTO / KENZO TRIBOUILLARD paris francia torre eiffel vista vistas de la ciudad de paris turismo

Además hay un programa de corte“Franco-Swiss”, donde se lucirán el trío Gauthier Toux, el cuarteto de Daniel Humair y el proyecto musical Grand Pianoramax.

Y la sección “Paris utopia” se dedicará a los artistas locales. Vale la pena estar ahí cuando toque la ecléctica y divertida Surnatural Orchestra.

También en los workshops, que están plenamente dedicado a las familias que viajan con chicos, en especial las propuestas interactivas para entrar en contacto con el mundo de los sonidos y la realización musical (en.parisjazzfestival.fr).

Oslo, un horizonte en agosto

Agosto en Noruega puede ser un gran plan. De la excelente agenda del Oslo Jazz Festival (14 al 20 de agosto) se destacan varias figuras, como el virtuoso pianista y compositor sudafricano Abdullah Ibrahim.

Además, un trío realmente imperdible, con tres estadounidenses importantes en la escena jazzera de hoy: el pianista Cyrus Chestnut, el contrabajista Buster Williams y Lenny White, ex baterista de Chick Corea.
Oslo, la encantadora capital noruega (Getty Images).

Y para vivir el sabor de un momento intenso, nada como la función de Snarky Puppy, la mega banda ensamble neoyorquina que impresiona con sus cuarenta músicos en escena.

Pasando las fronteras locales, muchas veces sorprende la importancia que se le da, dentro de las propuestas para adultos, al diseño de secciones pensadas para que chicos y adolescentes pasen, también, un gran momento.

Es el caso de Buzz, una movida cultural educativa que forma parte del festival noruego.

Consiste en workshops con instrumentos disponibles para los chicos (de 8 a 18 años, o cualquiera que toque un instrumento mínimamente). Luego de registrarse, podrán brindar mini recitales al público.

Excusa para recorrer

El festival de Oslo tampoco decepciona en cuanto a las locaciones. Además de los espacios -entre carabereteros y modernos- que ofrecen el Nasjonal Jazzscene Victoria, el Chat Noir y el teatro Edderkoppen, se suman algunos rincones clásicos de Oslo.

Por ejemplo, la Academia Noruega de Música y la catedral de Oslo (Oslo Domkirke, según el uso local).

Sin embargo, donde realmente vale la pena ir a escuchar algún concierto es a la Universitetets Aula, el auditorio de la Universidad de Oslo. ¿La razón? Edvard Munch.

Es que el admirado pintor expresionista realizó los trabajos decorativos de ese recinto académico.

Dicen que pocos trabajos artísticos consumieron tanto a Munch como esas pinturas, que culminó en 1916.

Son obras experimentales que no causaron demasiada adhesión en esos años. Pero se imponen, hoy, con su belleza. Y con ellas, buen jazz para escuchar (oslojazz.no).

Diario Clarín