Intérpretes | Solistas
Leopold Godowski
El piano ocupaba una posición de gran importancia en la vida de este pianista, era la personificación de dicho instrumento. Al respecto fue muy enfático, y ello se puede percibir en lo que le escribió en cierta ocasión a un amigo suyo: “Amo al piano y también aquellos que aman este instrumento. El piano es un medio de expresión en el más amplio sentido. Ningún otro instrumento puede llenar o reemplazarlo en el mundo de la emoción, sentimientos, poesía e imaginación…”
Pianista nacido en las cercanías de la ciudad de Vilna, ahora pertenece a Lituania, en el año 1870. Fue hijo único de Anna y Matthew Godowski. Una grave desgracia ocurrió con su padre, el cual era de profesión físico, puesto que a los pocos meses de nacer su hijo fallece en medio de una epidemia de cólera. Unos amigos de la familia, Louis y Minna Passinock, adoptan en cierta forma al pequeño Leopold. Louis era un amante de la música, con algún conocimiento aceptable del violín, instrumento que enseñó de manera rudimentaria a Leopold. Este recibió también de la Sra. Passinock algunos conocimientos de piano, los cuales parece que los asimiló muy bien. Indudablemente este niño poseía un enorme talento, era un verdadero prodigio, a tal nivel, que ya a los dos años de edad se sentaba al piano hundiendo las teclas con sus pequeños deditos y a los cinco hizo su primera composición (¡!). Podemos considerar a Godowski como un verdadero autodidacta, formándose prácticamente sólo, hasta creando en el futuro su propia metodología de ejercicios pianísticos.
A los nueve años de edad hace su primera aparición en público en la ciudad de Vilna y con tal suceso, que su padre adoptivo decide iniciar con el pequeño Leopold una gira de conciertos. En la misma, este niño superdotado siguió teniendo gran éxito, el cual continuó hasta los once años. En ese momento aparece en escena un banquero de nombre Feinberg, el cual se dio cuenta de inmediato que el pequeño estaba siendo explotado. Esta persona de las finanzas en cierta forma “compró” a Leopold (sin un sentido peyorativo), y lo becó para que estudiara en el Conservatorio Superior de Berlín. Pero este tuvo que pasar primero por una especie de examen de admisión, el cual tenía un panel integrado por figuras tales como Moritz Moszkowski, Woldemar Bargiel -cuñado de Schumann- y el director de dicha academia de estudios, nada menos que el célebre violinista húngaro Joseph Joachim. Obviamente el jurado quedó impresionado ante el enorme talento del joven Leopold, y por esta causa fue aceptado de inmediato. Sus primeros y únicos maestros fueron Ernst Rudorff y el ya citado Woldemar Bargiel.
Pero el pasaje por Berlín no fue muy largo debido a los sentimientos de soledad de su madre. De esta manera el Leopold abandona sus estudios de manera imprevista -a los tres meses de haberlos comenzado (¡!)- y se embarca con su progenitora para los Estados Unidos, en donde el siete de diciembre del año 1884 debuta en la ciudad de Boston. Un año más tarde toca en el “New York Casino” alternándose con la famosa pianista venezolana Teresa Carreño. También da conciertos haciendo música de cámara con el violinista Ovide Musin. Según comentarios de esa época, tanto su madre como Passinock comenzaron apartarse de la vida del juvenil Leopold, pero éste, con 16 años de edad encontró nuevamente a otro mecenas que lo adoptó casi como un hijo propio: se trató de León Saxe. Esta persona también reconoció el talento que tenía Leopold, el cual, a su modo de entender, no había sido aprovechado debidamente y por tal motivo lo beca para que estudie en Europa nada menos que con Franz Liszt. El joven polaco se traslada al viejo continente, pero desgraciadamente no puede ponerse bajo las manos del famoso húngaro dado que éste fallece el 31 de julio de 1886. Por este motivo Leopold Godowski cambia de rumbo y se dirige a París para conocer y ponerse bajo la orientación pianística de Charles Camile Saint-Saëns. Hay que resaltar que el célebre músico francés no era muy dado a enseñar, pero al escuchar a este joven queda impresionado y es por dicha causa que decide ocuparse de él. De todas maneras hay que mencionar que Godowski, al pasar los años, lo único que reconoció en el compositor y pianista francés, que éste le brindó una gran amistad, pero que a su lado y desde el punto de vista pianístico nunca había aprendido nada. Hay que recordar además un hecho sumamente curioso, y ello fue que Saint-Saëns había perdido unos años antes a un hijo; por tal motivo le pidió a Leopold que adoptara su nombre, es decir, el de su hijo fallecido. Por supuesto -según Godowski- rehusó la propuesta del maestro francés.
En la “ciudad luz” Leopold empezó alternar con la “flor y nata” del alto ambiente musical francés: Jules Massenet, Gabriel Fauré, Charles Gounod, Leo Delibes, etc. Para todo ello estaba el apoyo de León Saxe, el cual falleció en 1890. Esto determinó que Godowski regresara a los Estados Unidos.
Aquí se produce un hito muy importante tanto para él como para el ambiente musical norteamericano: da un concierto en el famoso “Carnegie Hall” el 24 de abril de 1891, es decir, quince días antes de su inauguración oficial.
Este pianista ocupó luego distintos cargos en varios conservatorios norteamericanos: Nueva York, Filadelfia y Chicago. Más adelante hizo nuevamente giras por Europa, especialmente en Berlín y Viena. El reconocimiento que tuvo lo llevó a la cúspide de las críticas favorables, siendo reconocido como uno de los más grandes pianistas vivientes puesto que lo tenía todo: gran sentido interpretativo, una técnica que realmente “asustaba”, y a veces con arreglos personales que incrementaban la dificultad mecánica de la obra original. A manera de ejemplo, compuso 53 estudios o variaciones basados en los 24 de Chopin. Obviamente y debido a ello, se concentraron sobre él múltiples críticas a las cuales respondió de la siguiente forma: “….el propósito es desarrollar las posibilidades mecánicas, técnicas y musicales de la ejecución pianística, extender la naturaleza del instrumento especialmente adaptada al trabajo polifónico, polirítmico, polidinámico y de esta manera ensanchar el campo de las posibilidades de colorido del sonido…” Por lo que podemos observar a través de sus palabras, Leopold Godowski le daba en cierta forma mayor importancia a las posibilidades de la ejecución instrumental que a la propia versión del compositor, como si las distintas composiciones pianísticas le dieran ideas para poder explotar al máximo tanto al propio instrumento, como también sus elevados recursos neuro - musculares, es decir, los técnicos, los cuales en su caso, eran verdaderamente fabulosos.
De todas formas fue un pianista aclamado por la multitud. En su pasaje por Berlín lo invitaron a quedarse y por dicha causa le asignaron una cátedra de enseñanza, luego de la cual pasa a Viena, a la Akademie der Tonkunst. Esto siguió hasta 1914, fecha en la cual regresó a los Estados Unidos debido al inicio de la I Guerra Mundial. Entre otros aspectos, Godowski le dio especial atención a la actitud que debía de adoptar un pianista desde el punto de vista técnico: soltura, peso del brazo, y evitar todo desgaste superfluo desde el punto de vista energético.
Incluso Godowski era muy reconocido por todos aquellos colegas que estaban a elevado nivel. En cierta ocasión, después de salir de la casa de este pianista, su amigo Joseph Hofmann le dijo a un colega, que también había sido invitado: “nunca olvide lo que ha escuchado esta noche; no olvide nunca ese sonido…no hay nada igual en este mundo…” Es cierto, Godowski era una cosa tocando en su hogar, pero bastante distinto cuando estaba frente al público. Varios de sus amigos reconocían que en este último caso se encontraba como inhibido, tímido, pero en la intimidad de un grupo pequeño de personas era superlativo.
El piano ocupaba una posición de gran importancia en la vida de este pianista, era la personificación de dicho instrumento. Al respecto fue muy enfático, y ello se puede percibir en lo que le escribió en cierta ocasión a un amigo suyo: “Amo al piano y también aquellos que aman este instrumento. El piano es un medio de expresión en el más amplio sentido. Ningún otro instrumento puede llenar o reemplazarlo en el mundo de la emoción, sentimientos, poesía e imaginación…” Expresiones bastante similares manifestó años más tarde su colega Arthur Rubinstein.
Godowski compuso por los años veinte del siglo pasado varias pequeñas piezas de gran dificultad técnica denominadas como “Triakontameron”, las cuales estaban basadas en los valses de Strauss.
Con el paso de los años el cuerpo de Godowski fue tomando un aspecto “regordete”, con amplias “entradas” en su frente, con una cara redonda, y debido a ello lo llamaban “el Buda del piano”. En 1930 se produce un hecho verdaderamente dramático: mientras estaba grabando un Estudio de Chopin, sufre un fuerte ataque de apoplejía -igual que en el caso del inglés Solomon- el cual lo dejó imposibilitado para seguir tocando el piano por el resto de su últimos ocho años de vida. Falleció en 1938.
Jorge de Hegedüs
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