Solomón Ignaz Freudman, pianista nacido en Polonia (Podgorze) en el año 1882. Comenzó su formación musical en la ciudad de Krakov. Su padre (Wolfgang Freudman) se dio cuenta que su pequeño Ignaz era sumamente talentoso para la música, sin embargo, con todo juicio no lo explotó en provecho propio sino que permitió que su pequeño evolucionara con toda naturalidad. Para comprender el talento de este niño, se puede mencionar que ya a los 8 años de edad era capaz de “transportar” a primera vista las fugas de Juan Sebastián Bach.  Más adelante pasa a estudiar durante 4 años con uno de los docentes más prestigiosos de la historia pianística, Theodor Lestchetitzky, el cual por su parte lo hizo con Carl Czerny y este último con Beethoven. Con posterioridad Friedman se traslada a Leipzig para formarse como compositor bajo la orientación de Guido Adler y Hugo Riemann. También participó en las llamadas “clases magistrales” que dictaba Ferrucio Busoni. Con 23 años de edad comienza una larga gira como concertista en  Europa, Sud América y Australia. Luego se instala en Berlín hasta 1914 y después Copenhague. En 1920 efectúa una gira por los Estados Unidos y finalmente se asienta en Australia, Sydney.

Friedman ha sido un pianista del tipo “romántico”, el cual ejecutaba tanto a Beethoven como a Chopin. Poseía una técnica realmente colosal, desarrollando en algunas de sus interpretaciones una velocidad de ejecución realmente llamativa. Por este motivo a veces daba la impresión que determinados pasajes de las obras que ejecutaba “se le escapaban de las manos” debido a este ritmo infernal. Al escuchar por ejemplo el vals de Chopin N°1 op. 64 o el estudio “revolucionario”, apreciamos que cubre ciertos pasajes como un verdadero torbellino, pero también con la mayor “limpieza”.

De todas maneras Friedman siempre tuvo dominio o control absoluto en las obras que interpretaba. En cierta forma, los que lo habíamos escuchado por primera vez varias décadas atrás a través de sus grabaciones, no habíamos captamos el verdadero objetivo de sus ejecuciones. Pero después de escuchar repetidas veces estos registros, llegamos a apreciar realmente los alcances o las ideas que nos quería transmitir. En realidad, los puristas en el campo interpretativo al escuchar las viejas grabaciones de Friedman lo hacen con el “seño fruncido”. Serguei Rachmaninov tenía, por ejemplo, una muy buena opinión de Friedman, aunque también opinaba que muchas de sus ejecuciones eran más bien “pour la gallery”. El enfoque musical de este pianista era verdaderamente original, osado, carente de “timidez”, con una eterna búsqueda interpretativa a través de una gran libertad musical, lo que para algunos llegaría a niveles de excentricidad. Friedman dio durante toda su vida aproximadamente  3000 conciertos, y compuso unas 90 piezas para piano. Si bien  tenía menos “cartel”  con relación a otros pianistas de su época,  no por ello le iba a la zaga de grandes ejecutantes como Rachmaninov, Hofmann, Rosenthal, Moiseiwitch o Godowski. Ignaz Friedman falleció en Sydney en 1948 a los 65 años de edad.  

Jorge de Hegedüs