Clásica y Ópera | Ópera
Peer Gynt de Werner Egk
Peer Gynt se estrenó en Berlín, el 24 de noviembre de 1938, un lugar y un momento de lo más inoportuno: el horizonte de Europa se ensombrecía visiblemente, la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de comenzar. No era el mejor momento para disfrutar de una obra que se internaba en el reino mágico de la belleza del espíritu y del arte. Sólo después de la guerra tuvo Peer Gynt una amplia difusión. Egk, que dominaba la orquesta moderna con gran perspicacia, encuentra melodías conmovedoras para la pureza de Solveig, sonidos de reflejos mágicos para el reino de los gnomos, ritmos exóticos para el episodio americano.
Ópera en tres actos (nueve cuadros). Libreto de Werner Egk, adaptación libre de la obra de Ibsen.
Personajes: Peer Gynt (barítono); Solveig (soprano); Ase (contralto); Ingrid (soprano); Mads (tenor); el viejo (tenor); la pelirroja (soprano); tres empresarios (tenor, barítono, bajo); el presidente (bajo); tres pájaros negros (soprano); un desconocido (bajo); el campesino de Hágstadt (bajo); el herrero (barítono); el magistrado (tenor); su mujer (contralto); invitados a las bodas, fantasmas, marineros, negros, bailarines y bailarinas.
Lugar y época: Noruega y América Central, a mediados del siglo XIX.
Argumento: Al igual que en Die Zaubergeige («El violín mágico»), Egk utiliza aquí acertadamente una obra literaria. Peer Gynt, de Henrik Ibsen, contiene elementos magníficos para un desarrollo operístico: escenarios multicolores de muchos países, el reino fantasmal de los gnomos escandinavos (rico en leyendas, aventuras y sueños), viajes por el mundo y anhelo, amor en su forma más elevada y más abyecta. Sin embargo, Egk, escritor y poeta de alto nivel, modifica la obra fantástica del noruego según sus propias ideas.
El primer cuadro muestra al soñador Peer Gynt; se encuentra en una loma y contempla largamente una nube, lleno de anhelo, como si pudiera volar en ella por todo el mundo. Pasan por su lado dos hombres que quieren llevarlo a una boda, pero Peer les grita: ¡Yo hago lo que quiero!, y se hunde de nuevo en sus pensamientos y deseos. Al final va a la boda, pero ninguna de las jóvenes quiere bailar con él, pues lo consideran salvaje y extraño. También Solveig, cuya canción lo cautiva, se asusta y se va a su casa. La novia se ha encerrado y no quiere saber nada del novio. El jactancioso Peer se ofrece para ir a buscar a la novia. Sin embargo, cuando entra en su habitación, se escapa con ella. Mientras todos se disponen a perseguirlo, Ase, la madre de Peer, pide a Dios que perdone a su impetuoso hijo.
El cuadro siguiente se desarrolla en la montaña, donde el viejo de la montaña, el rey de los fantasmas, se burla con su pelirroja hija de lo efímero de todo lo terrenal. La pelirroja quiere casarse con Peer Gynt, que se acerca por el camino. Al principio, Peer la rechaza bruscamente, pero cuando la joven se quita la máscara y los andrajos, y se presenta con toda su deslumbrante belleza, se entrega a ella. La pelirroja lo lleva al reino subterráneo de los gnomos. Allí le hacen una gran recepción, pues lo consideran el futuro rey. Sin embargo, Peer desdeña su sucia actividad. La resistencia de Peer es cada vez mayor; y cuando le van a cortar los ojos para que en el futuro vea como los gnomos, renuncia a su novia y al reino. Al exclamar «¡Solveig!», se salva de la venganza inmediata de los gnomos. El reino de éstos no tiene ninguna arma contra la pureza de Solveig. Peer vuelve a encontrarse en un claro de la montaña (un poco como Tannhauser, que de repente vuelve a pisar suelo patrio después de haber escapado del reino subterráneo de Venus al pronunciar el nombre de María); allí construye una cabaña, pero el reino de los gnomos lo persigue (también Tannhauser es perseguido por imágenes del Venusberg). Aparece la pelirroja con un niño horrible, el presunto hijo de Peer. Éste huye sin rumbo fijo, a pesar de que Solveig le acompaña para compartir su vida con él. Ase, la madre de Peer, ha hablado a Solveig de la infancia de su hijo, le ha contado que ya en aquella época se mezclaban en su alma de manera extraña el sueño y la realidad. Y Solveig, que hacía mucho tiempo que lo amaba en silencio, parte para estar con él para siempre. Sin embargo, Peer quiere conocer el mundo a toda costa. Solveig cree que sólo se dirige al bosque para buscar leña: «¡No te quedes mucho tiempo, te espero..., te espero!». Tendrá que esperar durante toda una vida, pero nunca dudará de su amor.
El acto segundo comienza con el cuadro quinto, que transcurre en una ciudad portuaria de América Central. Peer se ha convertido en aventurero y comerciante millonario que posee grandes cantidades de oro, soborna a los políticos, agasaja a los poderosos y sueña con ser el amo del mundo. Entonces pierde su oro a manos de unos estafadores, el barco cargado de oro que le quitan hace explosión al salir del puerto. En el cuadro sexto, Peer, arruinado ya, se encuentra en una taberna. Una bailarina por la que pelean los hombres tiene los rasgos de la pelirroja. El tabernero es idéntico al viejo rey de los gnomos. Peer se enamora de la bailarina, que le quita la última joya que le quedaba. Quiere dominar y humillar a Peer, que se está haciendo viejo y ha estado peregrinando solo por el mundo; cuando Peer le entrega todos sus bienes, le asesta un golpe. Con la cabeza apoyada en la mesa, Peer ve su humillación representada en una pantomima, como en un sueño: la pelirroja, disfrazada de domadora, obliga a los hombres a adoptar posturas ridículas ante ella. En el alma de Peer surge el deseo de regresar a la patria.
El acto tercero (cuadro séptimo) muestra un bosque destruido por un incendio en el país de Peer. Tres pájaros negros le bloquean el camino, se burlan de él y de sus grandes sueños. De repente aparece ante él un desconocido. El extraño explica que ha ido a buscar el cadáver de Peer, pues quien ya no tiene nada que hacer en la vida está muerto. Peer afirma que aún quiere hacer muchas cosas. En primer lugar, visitar a su madre: demasiado tarde, ya ha muerto, le explica el extraño. Volver a su casa: demasiado tarde, hace mucho que pertenece a otro, pues Peer fue declarado oficialmente muerto. Pero si hay alguien que todavía espera a Peer en algún lugar, entonces lo dejará ir, le explica el extraño. En vano intenta recordar Peer a una persona en tales circunstancias. El desconocido lo toma de la mano y lo conduce lejos, siempre hacia abajo, hacia las profundidades. Por último llegan al reino de los gnomos. Allí lo coronarán rey, pues hablan en su favor sus actos salvajes y malvados. Aparecen testigos: el novio, la novia seducida y abandonada, tres empresarios de América Central a los que impartió sus enseñanzas: ponerse de acuerdo con los fuertes, avasallar a los débiles. Por último aparece Ase, muy triste porque su hijo la abandonó sin despedirse, aunque está dispuesta a defenderlo. Se le concede un último plazo antes de entregarlo para siempre al reino de los gnomos: si hay un solo ser en el mundo que pueda testificar en su favor y aceptarlo con amor, entonces está salvado. En el claro del bosque está todavía la cabaña de Peer. Enfrente está Solveig y canta. Peer no puede entender las palabras, y el desconocido que lo acompaña las interpreta en sentido opuesto: cuando Solveig canta sobre el amor y el deseo, el extraño interpreta odio y desdén. Sin embargo, Peer quiere quedarse para beber hasta el último trago el amargo cáliz. El extraño desaparece. Solveig, llena de amor, reconoce al hombre al que ha esperado durante tanto tiempo y que vuelve al hogar. Peer dice que Solveig ha de adivinar dónde ha estado para poder perdonar de verdad. Pero para Solveig la respuesta es fácil: ¡Durante todo este tiempo has estado aquí, en mi fe, en mi esperanza, en mi amor! Peer se arrodilla y apoya la cansada cabeza en las manos de Solveig. Con dulzura y con infinita bondad, Solveig ofrece a Peer, que ha vagado por el mundo y por fin ha regresado a su hogar, la paz anhelada: ¡Duerme y descansa ahora, hombre y niño!
¡Olvida el largo viaje por países extraños; duerme y olvida también el mar, la tormenta y el viento, y pon tu cansada frente en mi mano! Olvida el mar, la tormenta, los países extraños; estás muy cansado, duerme ahora, reposa, y pon tu cansada frente en mi mano. ¡Protegeré tu descanso, estás en tu casa!
Música: Egk encuentra melodías conmovedoras para la pureza de Solveig, sonidos de reflejos mágicos para el reino de los gnomos, ritmos exóticos para el episodio americano. Su orquestación tiene muchos matices y puede expresar muchas cosas: la sensualidad, la soledad en el campo, la actividad mundana (con ritmos de jazz) y el amor, que conmueve a la manera de una canción popular.
Historia: La obra se estrenó en Berlín, el 24 de noviembre de 1938, un lugar y un momento de lo más inoportuno: el horizonte de Europa se ensombrecía visiblemente, la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de comenzar. No era el mejor momento para disfrutar de una obra que se internaba en el reino mágico de la belleza del espíritu y del arte. Sólo después de la guerra tuvo Peer Gynt una amplia difusión.
Werner Egk (1901-1983)
Werner Egk, nacido el 17 de mayo de 1901 en Auchsesheim (Baviera), compartió durante décadas con el también bávaro Carl Orff un destacado lugar entre los compositores operísticos de lengua alemana más representados en nuestra época. Vivió, después de haber desempeñado diversos puestos de importancia en la vida musical, como artista dedicado libremente a la composición, en Munich, cuya Staatsoper había sido una especie de hogar para sus óperas. Egk vivió algunos años en Suiza, ya a edad avanzada, pero al final regresó a Alemania. Sus obras se hicieron famosas en todo el mundo y fascinaron a los oyentes de numerosos países. Muchas de sus óperas pertenecen al repertorio corriente. Su estilo es vivaz, multiforme, sanamente «moderno», sin desatinos, a menudo vigoroso. Conocía los efectos teatrales y escribió brillantes libretos para sus propias óperas. Dominaba la orquesta moderna con gran perspicacia y explotó magistralmente su sensualidad, pero también sus elementos paródicos.
Fuente: "Diccionario de la Ópera" Kurt Pahlen
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