Clásica y Ópera | Obras Maestras
Las Sinfonías de Londres de Franz Joseph Haydn
La carrera de Haydn experimentó un nuevo giro dramático en 1790. Su patrón, el príncipe Nicholas Esterházy, murió a la edad de 76 años dejando de esta manera al compositor en libertad, ya que el nuevo príncipe, Antón, no se interesaba por la música. De todas partes empezaron a llover ofrecimientos para obtener los servicios del compositor. Estaba a punto de aceptar una oferta cuando Johann Salomón llegó con una mejor, viajar a Londres. Así es que Haydn llegó a Inglaterra en 1791, el resultado de sus dos visitas a ese país fueron sus últimas doce sinfonías, coronación de los logros de su ya distinguida carrera.
La carrera de Haydn experimentó un nuevo giro dramático en 1790. Su patrón, el príncipe Nicholas Esterházy, murió a la edad de 76 años. Los últimos meses de vida del príncipe estuvieron colmados de pena por la muerte de su esposa y de aprehensión con respecto a su propio fin. Se replegó en sí mismo y no pensó en nadie más. Como consecuencia, a Haydn no se le permitía abandonar la finca Esterházy, pues Nicholas pensaba que la música podría devolverle la felicidad. El compositor se sentía como un prisionero. "Ahora estoy atrapado nuevamente y debo permanecer aquí... es una cosa triste ser siempre un esclavo, pero la providencia así lo quiere, ¡pobre infeliz de mí! [Estoy] constantemente agobiado por mucho trabajo y muy pocos ratos libres... No quedan verdaderos amigos."
La muerte del príncipe Nicholas dejó a Haydn en libertad, ya que el nuevo príncipe, Antón, no se interesaba por la música. La orquesta de la corte fue despedida y sólo se conservó la banda de vientos. La única obligación de Haydn para con Antón era usar su título, "Kapellmeister del príncipe Esterházy". De esta manera Antón se mantenía involucrado en la fama del compositor.
Haydn partió para Viena y se alojó con su amigo Johann Nepomuk Hamburger. De todas partes empezaron a llover ofrecimientos para obtener los servicios del compositor. Estaba a punto de aceptar una oferta de empleo del rey Ferdinando de Nápoles, cuando Johann Peter Salomón llegó con una oferta mejor.
Salomón, nacido en Bonn, durante nueve años había trabajado activamente como violinista y empresario en Londres. Había intentado sin éxito alejar a Haydn del príncipe Esterházy en la década iniciada en 1780. Se hallaba por casualidad en Colonia cuando el viejo príncipe murió y se apresuró a viajar a Viena para tratar de persuadir a Haydn de que regresara a Londres con él. Su oferta era demasiado generosa para rehusarla: 300 libras por una ópera, 300 más por seis nuevas sinfonías, 200 libras por su publicación, 200 libras por 20 obras más y al menos 200 libras por un concierto a beneficio.
Los amigos de Haydn trataron de convencerle para que no fuera, ya que su edad era avanzada. Mozart creía que Haydn sabía muy poco del mundo y sus idiomas como para emprender un viaje así, pero el compositor replicó: "Todo el mundo comprende mi idioma."
Así es que partió hacia Inglaterra y el resultado de sus dos visitas fueron sus últimas doce sinfonías, conocidas como las Sinfonías Salomón o de Londres, coronación de los logros de su ya distinguida carrera. Cuando Haydn fue a Londres, dejó atrás para siempre la vida de sirviente distinguido. Puso su suerte en manos del público en general, para el que compuso e interpretó. La decisión de Haydn resultó profética: la era del compositor como servidor estaba llegando a su fin. Pronto los compositores tuvieron que asumir la responsabilidad de sus propios éxitos, como verdaderos artistas en lugar de funcionarios.
Haydn llegó a Londres el día de Año Nuevo de 1791 y permaneció allí durante un año y medio -dos temporadas de conciertos-. En ese período produjo seis sinfonías nuevas: para la primera temporada las Número 95, 96 y 97 y para la segunda temporada, las Número 93,94 y 98. El compositor estaba satisfecho con este largamente demorado cambio de ambiente y con su nueva libertad. En la nueva tierra ganó muchos admiradores y amigos. La personalidad del hombre, la calidad de su música y la calidad de sus interpretaciones le acarrearon la aclamación y el afecto e hicieron que la aventura de Salomón redundara en un enorme éxito financiero.
Las aventuras financieras que tienen éxito generan competencia. Durante la segunda temporada de Haydn en Londres, un ciclo de conciertos rival conocido como Conciertos Profesionales, intentó apartar a Haydn de Salomón con la oferta de un salario más alto. La táctica falló, pues Haydn permaneció fiel al hombre que había sido responsable de sus éxitos en Londres. A continuación los rivales trataron de difundir rumores en el sentido de que la salud de Haydn se estaba deteriorando. Este intento tampoco obtuvo resultados. Por último, el administrador de Conciertos Profesionales anunció que había obtenido los servicios de otro compositor eminente, el antiguo discípulo de Haydn, Ignaz Pleyel. Haydn escribió: "Pleyel llegó aquí con un gran número de composiciones nuevas, pero que habían sido compuestas mucho tiempo atrás; por lo tanto prometió presentar una obra nueva cada velada... Yo anuncié públicamente que del mismo modo produciría doce piezas nuevas diferentes. A fin de cumplir mi palabra y para dar apoyo al pobre Salomón, debo ser la víctima y trabajar todo el tiempo."
Haydn era prolífico, pero ni siquiera él pudo producir doce sinfonías en una sola temporada. Afortunadamente, había escrito dos (las Número 94 y 98) durante el verano entre la primera y la segunda temporada de Londres.
Todo el mundo en Londres parecía tener su opinión sobre quién era mejor compositor, Haydn o Pleyel. Los periódicos estaban llenos de artículos número de alrededor de 670 músicos. Como gesto de aprecio hacia Viotti, Haydn incluyó un largo solo de violín en el movimiento lento de la Sinfonía Número 103, que fue estrenada en el segundo Concierto de Ópera.
La última sinfonía de Londres de Haydn, la Número 104, fue presentada en un concierto, que quizás haya constituido el máximo triunfo de su vida. Incluyó, además del estreno de la nueva Sinfonía en Re mayor, algunas de sus obras vocales interpretadas por los cantantes máximos de Europa, y una repetición de la Sinfonía Militar, que era su obra más popular. El público gustó mucho del concierto y las críticas, como de costumbre, llegaron al éxtasis. Haydn dio unos pocos conciertos más antes del verano, pero ya no aparecería ninguna otra sinfonía. El 8 de julio hizo su última aparición pública en Inglaterra.
Permaneció en Londres durante dos meses más, componiendo tranquilamente música que había prometido a un editor británico. Dejó Inglaterra el 15 de agosto para regresar a sus deberes bajo el gobierno del príncipe Nicolaus II de Esterházy, en Austria. Debido a su renombre en Inglaterra se había hecho famoso en toda Europa. Poco después de regresar dirigió la Sinfonía Número 104 en Viena. Finalmente las doce sinfonías que compuso para Inglaterra fueron escuchadas en Austria. Se las apreció, pero nunca despertaron el salvaje entusiasmo que habían despertado en Londres. Después de su regreso a Austria, los encargos que recibió Haydn fueron para la producción de diferentes tipos de música. Así que ya no compuso más sinfonías, a pesar de que vivió 14 años más. Las doce sinfonías que estrenó en Inglaterra constituyen una triunfante conclusión para una serie de más de 100 sinfonías. Ningún compositor desde la época de Haydn ha alcanzado semejante producción. En el siglo XVIII, cuando la reputación de los compositores dependía más de grupos de composiciones que de obras únicas, no era extraño que un compositor creara un vasto número de obras de un solo género. La producción sinfónica de Haydn fue sobrepasada, por ejemplo, por las de Johann Baptist Vanhal, Cari Ditters von Ditersdorf y Carlos Ordóñez. Pero las sinfonías de Haydn, en oposición a las de sus desconocidos contemporáneos, fueron famosas e interpretadas en toda Europa. Gracias en gran parte a su extraordinario éxito en Londres, pasó el resto de su vida como compositor renombrado cuyas obras se interpretaban frecuentemente.
Sin embargo, lo que aconteció con las Sinfonías de Londres después de estrenadas, no fue siempre una historia feliz. En los tiempos anteriores a la protección de los derechos de autor, tan pronto como un compositor daba salida a su obra y la difundía, esta dejaba de pertenecerle por completo. Cualquiera podía, y por lo general lo hacía, copiar la obra. Las copias a mano de las partes orquestales se hacían para uso de las diferentes orquestas. Por lo general esas copias eran seguidas por ediciones competitivas de diferentes editores. Cada vez que aparecía una nueva edición, en realidad constituía una nueva versión. Los editores tuvieron muy poco respeto por las ideas originales de Haydn. Esta gente estaba más motivada por los aspectos del mercado: imprimían las ediciones en la forma en la que consideraban que se venderían más.
Por ejemplo, el compositor-director Simón le Duc produjo una versión de la Sinfonía 98 donde sin más omitió las trompetas y los tambores -por cierto una idea práctica para asegurarse de que la misma sería interpretada por conjuntos reducidos, pero que representa una absoluta mutilación de la sinfonía-. Mucho después de la muerte de Haydn, diferentes editores publicaron conjuntos de partes, como las de le Duc. Visto que la práctica de dirigir desde el clave estaba cediendo ante el uso de un director independiente, fue necesario tener partitura además de partes. Fue todo un desafío elaborar las partituras a partir de los conjuntos de partes existentes que no concordaban entre sí, a veces incluso de modo muy drástico. Para ello se requerían decisiones editoriales, que fueron tomadas con evidente descuido. Las orquestaciones, las melodías y las armonías fueron modificadas libremente. Editores anónimos hicieron que varias de las Sinfonías de Londres sonaran de algún modo como las obras de Beethoven, que eran muy populares en aquellos días. Por ejemplo, agregaron acentos pesados en los bronces y timbales al minué de la Sinfonía Número 98, convirtiendo en voluminoso un movimiento que de otro modo era elegante. Las partes altas de trompetas de Haydn fueron bajadas, las partes de los timbales fueron suavizadas y la dinámica aplacada, de modo tal que la sinfonía terminó sonando como si hubiera sido orquestada en 1815 -¡lo cual en parte era verdad! Además, sencillamente se eliminó una armonización bella y conmovedora al final de la entrada del tema principal en el mismo segundo movimiento de la sinfonía, como también fue eliminado un destacado solo de clave cerca del final.
Es así que muchas de las Sinfonías de Londres se incorporaron al repertorio orquestal normal en versiones que eran decididamente diferentes de lo que Haydn había presentado en Londres. Generaciones de públicos y de directores las conocieron a través de estas ediciones bastardeadas. El hecho de que estas versiones popularmente aceptadas eran en realidad falsificaciones, no llegó a difundirse hasta mediados del siglo XX. Incluso entonces, los viejos hábitos fueron muriendo lentamente, pues los directores en un principio se mostraron reticentes a adoptar las versiones auténticas. Conocían y gustaban de las versiones incorrectas demasiado como para hacerlo. Incluso todavía en 1963 se publicó nuevamente una versión incorrecta de una de las sinfonías. Pero actualmente, en gran parte gracias al meticuloso trabajo editorial sobre la obra de Haydn llevado a cabo por el estudioso H. C. Robbins Landon, las versiones originales están publicadas, son conocidas y se interpretan a menudo. Ahora podemos por fin escuchar las sinfonías de Haydn tal como él las escribió.
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